lunes, 9 de enero de 2012

Giovanna Rivero









                 
Pasado
 
Tu primer texto:
Nombrando el eco
Género:
Cuento
Año:
1993
Procedimiento creativo/Contexto:
Cuentos cortos de corte fantástico con gestos surrealistas, escritos durante una crisis existencial de la temprana veintena.
¿Tuvo lectores?/¿Críticas favorables?/¿Produjo conflictos familiares?:
Fue una tirada brevísima, 300 ejemplares, que se agotó en un año, produjo buenos comentarios, pero en un medio en que la crítica, en ese momento, era prácticamente inexistente. Lo publiqué porque se me acercó un insistente editor joven, peruano, Enrique Tamay, y así me animé a dar ese paso a los 21 años. Los conflictos familiares precisamente fueron el germen del libro, de modo que el librito resultó ser solo un gato mordiéndose la cola.
¿Se ha puesto viejo?/¿Lo has vuelto a corregir?/¿Lo quemaste?
Nunca más lo toqué. A veces pienso que es un libro/archivo clínico, una huella de un estado de ánimo, un documento freudiano de la infancia de mi escritura.
Fragmento:
No tengo ninguno. El libro nunca se reeditó y en el 93 no tenía una computadora. Es mi prehistoria. Pero había un cuento, por ejemplo, sobre una señora que enviudaba compulsivamente y otro sobre una partera que cruzaba kilómetros y kilómetros de pampa para atender los partos, un día atiende el parto de una muchachita, que es casi una niña. Es decir, las historias no tenían mucho que ver con el “afuera” de ese momento. Fue el acto mismo de escribir, la decisión de escoger la literatura como un camino, lo que produjo algunos sismos en mi casa.
 
 
Presente
 
Género
Cuento, novela.
Qué se ha modificado en tu modo de abordar un texto.
La ansiedad. Antes me parecía que escribir en estado nervioso, psicodélico, era la perfecta circunstancia para que el texto se acercara a lo que yo esperaba de él. Era una idea de “autenticidad” demasiado emocional. Ahora tolero la imperfección, la distancia entre la idea, la imagen mental y los rumbos que va tomando, por su velocidad, por su propio devenir, el texto. En algún momento también encontré en la corrección obsesiva una suerte de paliativo a ese ‘cable pelado’ al que me enchufaba para escribir. Ahora, si bien me gusta la lujuria de la fase de corrección que sigue a un texto después del reposo, valoro mucho la espontaneidad inicial de la escritura. El texto salvaje o primario no debe perderlo todo.
Cuál es tu punto de partida.
En el caso del cuento mi punto de partida es una situación. Pongamos que me entran ganas de contar una historia en medio de un terremoto o sobre fobias, a partir de ahí comienzo a pensar en posibles personajes, en temporalidades. En el caso de la novela la gestación es más compleja. Pienso en cosas ocurriendo en distintos espacios y que involucran subjetividades y desencadenan acciones y sentimientos. Para que ese caos se ordene, obvio, necesitamos algún tipo de colisión, y entonces intuyo que mi trabajo es anudar eso que ocurre y que en apariencia no está vinculado. Crear la simultaneidad, pues. Ahora que me lo preguntás, creo que eso es lo que me gusta de la novela, ese tejido enloquecido entre sujetos y vidas que en primera instancia estaban desconectados. Cuando comencé a escribir Tukzon imaginaba la “verdadera” historia emergiendo como la neblina de un río en el invierno. Los episodios construirían el río, pero el vapor, la neblina, era algo que el lector tendría que ir percibiendo a partir de los vínculos, de la composición invisible, como cuando mirás una de esas imágenes en 3D y al principio solo ves formas planas y luego el ojo recrea la dichosa tercera dimensión.
¿Tus lectores son fieles o te abandonan en el camino?
No lo sé.
Qué sabés de tu propia literatura.
Que gran parte de ella parece autobiográfica pero no lo es. El solipsismo es una apariencia y mis mejores lectores son los que han franqueado ese umbral.
Qué perdiste/Qué ganaste
Perdí horas de sueño, perdí ingenuidad, perdí un tiempo importante con mis hijos. Gané placer, el placer de escribir una historia con un sentido de libertad que no había experimentado antes. Gané la capacidad de reinventar mis propias búsquedas.

Fragmento:
Quizás han escuchado un millón y medio de veces decir: “mi vida cambió después de las torres”, “nada es lo mismo después de la torres”. Lo entiendo a la perfección. La mía se jodió olímpicamente después de las torres. Volé en mil pedazos. Todavía a veces, en el sueño de mi sueño eterno, es decir, en la pesadilla de mi infinita pesadilla, veo mis dedos separarse como una medusa en celo en el fondo del mar, solo que este mar es gaseoso, gris, cien por ciento polución. También veo separarse, irse por su cuenta, mis pies, y por un instante me pregunto cómo iré a caminar después, cuando todo haya pasado, pero a la velocidad de un rayo sumo y resto que no habrá un después, no en términos humanos, para ponérselos fácil.
 
   
Futuro
 
Proyectos:
Estoy corrigiendo una novela titulada provisionalmente “Ovni”, contextualizada en los años 80, en Bolivia. Ojalá pueda publicarla en algún momento de este 2012. Este año también quiero continuar con una novela juvenil que tengo comenzada y en la que indefectiblemente pienso cuando estoy en la ducha. Creo que a estas alturas se va a llamar “Girl Interrupted” J.
Cómo te gustaría ser reseñado/a.
Sin prejuicios.
Quién te leerá
Nunca falta un lector raro.
Qué podemos esperar de vos.
Que radicalice mi vocación por la ciencia ficción.
Cómo te gustaría que te recuerden.
Con amor. Y como a una escritora arriesgada, si consigo ganarme ese aura.
Tu última frase:
Se hizo todo lo que se pudo, ni un milímetro menos.
 

 
Giovanna Rivero nació en Santa Cruz, Bolivia, en 1972. Ha publicado los libros de cuentos: La dueña de nuestros sueños (2002), Contraluna (2005), Sangre Dulce (2006), y Niñas y detectives (Bartleby 2009), y las novelas Las camaleonas (2001), Tukzon, historias colaterales (2008) recientemente adaptada al cómic, y  la nouvelle Alkalá Thriller, incluida en Crónicas de oreja de vaca (Bartleby 2011). Participó en el Iowa Writing Program (2004), fue seleccionada como uno de Los 25 Secretos Literarios Mejor Guardados de Latinoamérica por la FIL Guadalajara 2011. Desarrolla un doctorado en literatura hispanoamericana en University of Florida.
 
Imagen: Jan Saudek

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